Se inicia hoy, 17 de octubre, en Cartagena la X Conferencia de las Partes (COP10) de la Convención de Basilea, organismo mundial que desde 1989 busca proteger la salud humana y el medio ambiente de los efectos negativos de los residuos peligrosos, mediante la regulación del movimiento transfronterizo de tales residuos y su eliminación adecuada.
Esta reunión congregará a delegaciones de 178 países con el objetivo de tratar la prevención, minimización y recuperación de residuos peligrosos, por lo que reviste de la mayor importancia y trascendencia en momentos en que el irreversible deterioro ambiental, el agotamiento y degradación de los recursos naturales y la alteración de los ciclos biogeoqúimicos de la biósfera nos obliga inmediatamente, a toda la humanidad, a tomar las medidas globales que detenga la disposición inadecuada de residuos peligrosos y no peligrosos; la generación de vertimientos a ríos y mares y de emisiones a la atmósfera; pero más aún, que nos lleve por la senda de un crecimiento económico no ilimitado y destructivo, sino respetuoso y armonioso con la naturaleza, que tenga en cuenta sus leyes y límites.
Desde su origen, la Convención de Basilea ha estado centrada en evitar que los países industrializados exporten y descarguen residuos peligrosos hacia las fronteras y territorios de los países llamados del tercer mundo. Asimismo, ha creado diversas asociaciones de los sectores públicos y privados y grupos de estudios conformados por las Partes (países miembros), para dar cuenta e incrementar el manejo ambientalmente racional de productos usados y de los que han llegado al final de su ciclo de vida, es decir, para tomar las medidas factibles que permitan un manipulación adecuada de los desechos protegiendo la salud humana y el medio ambiente. Se destacan las asociaciones para la acción en materia de manejo equipos de computadoras (The Partnership for Action on Computing Equipment - PACE), de llantas usadas, de residuos con contenido de mercurio y el desmantelamiento de barcos.
Asistimos hoy en día, a un nuevo paradigma social: el del conocimiento, el cual emerge por el desarrollo vertiginoso e implantación de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC).
Desde el punto de vista de la sostenibilidad ambiental, las TIC tienen un doble efecto. En forma positiva, contribuyen con la desmaterialización de la economía, es decir con la disminución del uso de materiales y energía en la producción, al reemplazar bienes materiales por servicios o información electrónica y reducen los consumos energéticos al optimizar los procesos mediante la computación. En forma negativa, por la generación acelerada de residuos electrónicos que no se disponen adecuadamente y que contienen sustancias tóxicas (metales pesados, bromuros y otros) nocivas para la salud humana y el medio ambiente, y por el intensivo consumo energético y de materias primas en la fabricación de los microchips y dispositivos electrónicos que los componen que conllevan al agotamiento de los recursos naturales y el deterioro del medio ambiente.
Según estudios recientes, los efectos positivos de las TIC no compensan los efectos negativos sobre la sostenibilidad global, y por ello se deben buscar soluciones tanto para extender el ciclo de vida de los equipos electrónicos, como para el manejo racionalmente adecuado de una vez llegan al final de su vida útil. En efecto, la generación de residuos electrónicos se torna muy preocupante, con una generación anual de 20 a 50 millones de toneladas en todo el mundo y constituyendo más del 5% del total de los residuos sólidos municipales. Se estima que para el 2014 se venderán en el mundo cerca de 470 millones de computadores personales que en menos de 4 años serán desechos (PNUMA).
En esta ocasión, la COP10 avanza hacia una discusión crucial para la sostenibilidad global, y de particular importancia para los países no industrializados y de economías en transición. Eso es, preocuparse más por la prevención, minimización y recuperación de los residuos peligrosos y otros, que por su eliminación o disposición final. Lo que significa, evitar que se generen los residuos y los que se generen, aprovecharlos al máximo recuperando los materiales constitutivos y reincorporándolos al ciclo productivo mediante el reciclaje. Aunque esto no es más que aplicar la jerarquía universalmente aceptada de la gestión ambiental de residuos, que consiste en la prevención de los desechos, reducción al mínimo de los desechos, reutilización, reciclado, recuperación energética y eliminación, en el caso de los computadores y periféricos usados se le está dando la preponderancia que tiene el reuso sobre el reciclaje, por el mayor retorno ambiental que significa extender el tiempo de uso, y por las oportunidades de inclusión digital que representan estos equipos una vez se reacondicionen o reparen para que sean reutilizados por comunidades educativas o sociales que tienen limitado acceso a las TIC.
Además, se está pensando en las grandes oportunidades de generación de empleo, el desarrollo de nuevos negocios de desmantelamiento manual y recuperación de materiales, y la estructuración del sector informal de los recuperadores de desechos electrónicos para que con guías de buenas prácticas realicen la recuperación de estos residuos de una manera segura que no coloque en riesgo su salud, la de la comunidad y la al medio ambiente.
En este sentido, Colombia ha implementado una estrategia de reconocimiento mundial que el PACE de la Convención de Basilea puede tomar de modelo de implementación y de mejores prácticas para los países no industrializados y con necesidad de cerrar su brecha digital. Se trata del Programa Computadores para Educar del Ministerio TIC, que desde hace mas de una década ha aprovechado más de 235.000 computadores usados, descartados y donados al Programa por las empresas privadas, entidades públicas y ciudadanos, que posteriormente han sido reacondicionados técnicamente y entregados a escuelas y colegios públicos del país con un apropiado acompañamiento educativo para la inclusión digital de millones de niños, niñas y jóvenes de los sectores rurales menos favorecidos de Colombia.
Posterior a la extensión de la vida útil de computadores y periféricos, Computadores para Educar retoma los equipos de las escuelas y los gestiona adecuadamente en su planta de reciclaje ubicada en Bogotá (Centro Nacional de Aprovechamiento de Residuos Electrónicos - CENARE), para obtener materiales útiles para la industria del reciclaje nacional e internacional y para recuperar una gran cantidad de partes para reutilizarlas en plataformas didácticas para las escuelas beneficiarias del Programa. Gracias a este proceso combinado de reacondicionamiento y reciclaje se habrá evitado a finales de este año que cerca de 5.000 toneladas de desechos de computadores hayan sido definitivamente descargados en los rellenos sanitarios, basureros a cielo abierto, ríos y campos del país.
En buena hora, la COP10 se celebra en Colombia y el país puede mostrar al mundo avances importantes en materia de gestión ambientalmente adecuada de residuos de computadores y periféricos, y puede demandar de las Partes la atención y apoyo para incentivar el desarrollo de una industria del reuso, la recuperación y el reciclaje de equipos eléctricos y electrónicos en desuso, con los más altos estándares ambientales y de seguridad, que permitan seguir ampliando el acceso a la tecnología a los sectores de la población que aún no lo tienen, generen empleo y nuevas oportunidades de negocios y de emprendimiento.
Angel E. Camacho
Gai@ Tecnología Sostenible
Socio-Director de Desarrollo e Innovación